La curadora Aline Shkurovich desarrolló esta propuesta durante el Curatorial Intensivo 2015 en Bogotá.
Anti-retrato identifica la recurrencia de estrategias artísticas que usan la negación como gesto, a partir de revisar las prácticas fotográficas latinoamericanas de los últimos diez años.
El retrato ha sido parte de la búsqueda de representación humana, herramienta importante para manifestar su existencia. Charles Baudelaire delimitó el retrato exclusivamente al rostro, porque éste expresa el mayor número de emociones; sin embargo, éste oscila constantemente entre revelar y ocultar.
Anti-retrato se sostiene en el ejercicio de informar al omitir. Así, el retrato como exponente de la identidad se convierte en una sugerencia más que en un hecho concreto. Los artistas incluidos en esta propuesta, no exploran el rostro; sino que usan el retrato como un símbolo o una metáfora, aludiendo a su identidad, la de su país, la dislocación, la violencia o la velocidad en que vivimos. Revelando la presencia de quienes tienen que guardar anonimato por diversos motivos.
Para ellos hacer un retrato se convierte en un proceso reflexivo. Cuestionan conceptual y ontológicamente el acto de velar el rostro: ¿cuáles son los límites de la representación? ¿Cuál es la flexibilidad de las ideas? ¿Se necesita producir una imagen para apuntar a lo fotográfico?
Entre los artistas considerados para este proyecto se encuentran: el paraguayo Fredi Casco, y los mexicanos Iñaki Bonillas y Gabriel de la Mora, quienes se apoyan en la apropiación de archivos para construir su obra e intervienen imágenes interrogando nociones de autoría. Casco subraya la permeabilidad del medio incorporando dibujo y collage, problematizando no sólo el contenido sino la noción de veracidad de un documento. De la Mora presta atención a la materialidad de la imagen, a la luz y la superficie del soporte, pero es en la descomposición y deterioro deliberado de sus piezas que alumbra poéticamente al tiempo como elemento esencial de la fotografía. El panameño José Castrellón cuestiona en la serie Antiretrato su propia labor, al pedir a sus modelos que vuelvan a posar delante de su cámara, pero esta vez dándole la espalda. Catalina Toro y Camila Botero, de Medellín, trabajan sobre ideas de la violencia por el narcotráfico; sostienen el anonimato de personajes opuestos de un mismo conflicto: ni víctima ni victimario pueden o quieren mostrar su cara.
Englobar la producción artística bajo un criterio geográfico, para definir una identidad, resulta tan paradójico y limitado como asignar al rostro la finalidad de identificar a su modelo. De forma similar a la noción budista del no-yo: la no identificación con las características referentes a un individuo para describir su condición de identidad, la observación del flujo cambiante de estados y circunstancias que lo rodean son insuficientes para comprender la esencia, el yo primordial.
El anti-retrato permite negar una única identidad latinoamericana. Un rostro escondido, es al mismo tiempo un no-rostro y todos los rostros posibles. La esencia de un retrato tiene más que ver con un enigma que con una certeza.
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Para obtener más información sobre esta propuesta, envíe un correo electrónico a Aline Shkurovich a alineshkurovich@gmail.com. Para obtener más información sobre el Curatorial Intensivo, envíe un correo electrónico a info@curatorsintl.org.
